jueves, 10 de octubre de 2013

La mala educación

Parece que el hombre siempre se acuerda de Santa Bárbara cuando truena... es así, lo he comprobado varias veces. Ahora que truena, nos acordamos de nuestro sistema educativo: la centralización o descentralización de los contenidos educativos, la sangría económica de cada septiembre con los libros de texto, la Religión, la Educación para la Ciudadanía, los colegios mixtos, los concertados, los privados, los que segregan por sexo, los bilingües, los de barrio, el horario de los profesores, el fracaso escolar, el ejercicio de la violencia de profesores y/o alumnos, las becas a los universitarios, las becas de comedor, las ayudas a la movilidad, etc. Podría seguir así bastantes líneas más pero ya es suficiente.

Nos vanagloriamos de decir que España lleva más de 30 años en democracia pero no lleva más de dos generaciones con la misma ley educativa. La cambia Suárez y luego no le gusta a González. González vuelve a cambiar de idea y llega Aznar. Después Zapatero y ahora Rajoy. Perdonen la expresión pero cambiamos más de ley educativa que de bragas. 

Al trajín que conlleva cambiar una ley educativa hay que sumar un debate político sobre ésta más intenso: la LOGSE es un disparo a la educación, la LOCE, la LOE y ahora la LOMCE. Todas lo son pero para el contrario. Llevamos 30 años en democracia y no hemos sido capaces de ver que la educación debe estar por encima de cualquier ideología. La educación y otras cuestiones pero, por desgracia, la educación y esas otras cuestiones son las que más cambios sufren en una legislatura, sobre todo si hay cambio de gobierno. 

Ahora que truena, España se acuerda de Santa Bárbara. Vemos programas en los que nos demuestran la perfecta e idealizada, por nosotros, educación finlandesa al mismo tiempo que oímos las siguientes noticias en España: "un alumno pega a un profesor", "el abandono escolar se acerca a porcentajes escandalosos", "los colegios no tienen presupuesto para poner la calefacción", "los materiales didácticos cada vez son más costosos o se quedan obsoletos", "las instalaciones dejan mucho que desear en algunos casos" y así hasta un largo etcétera. 

Ahora que estamos reflexionando, preguntémonos: ¿de quién es la culpa de todo esto? La sociedad española lleva sin preocuparse de la educación toda su vida prácticamente. Es más, si ha habido cuestiones por las que la sociedad se manifestara en materia educativa era por la Religión o por la Educación para la Ciudadanía. Admitamos que más de uno se ha mofado del horario de los profesores, con más de dos meses de vacaciones, más las de Navidad y Semana Santa, más los puentes y los fines de semana. Dar dos clases y a casa, a cobrar. Seamos honestos, hemos pensado así.

Como ya se empieza a oír la tormenta empezamos a preocuparnos: llega la crisis y los recortes. "No vamos a tocar el presupuesto educativo", dicen todos. No lo tocan, lo "racionan", "administran", "igualan" pero no lo tocan. Llega la crisis y nos damos cuenta que el material escolar es demasiado caro, que las editoriales nos timan por tener que comprar los libros cada año porque son versiones nuevas que han incluido un mapa más en el libro de Historia o un poema más en el de Literatura. Lo dicho, Santa Bárbara nunca falla. 

Este es el mal de nuestra sociedad, que nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Ahora nos quejamos de las becas, que las recortan. ¿Quién no conoce a alguien que se ha gastado indebidamente el dinero de la beca? ¿Tiene derecho un alumno a una beca y suspender las asignaturas? ¿Debería entonces exigir el Estado la devolución de la beca más intereses por mal uso? No nos engañemos: las becas al estudio son una inversión del Estado, no es dinero gratis. La beca la pagarás cuando cotices y por eso te formamos, para ser un buen profesional en tu campo. Pues eso tampoco lo hemos entendido los españoles. 

No hemos sido capaces de exigir seriedad en materia educativa y hemos dejado que progresistas y conservadores impongan sus cuestiones más preocupantes (la Religión o la Educación para la Ciudadanía) , cuestiones que, no nos engañemos, tampoco son las más preocupantes para ellos, sino que son cuestiones con vistas al ELECTORADO, a ganar en las urnas. ¿Le interesa a Wert que la Religión sea obligatoria cuando sus hijos, si los tuviera, irían, seguramente, a un colegio privado con un programa educativo diferente tal vez? No nos engañemos, son guiños, brindis al sol, que hacen a su electorado para demostrar que son partidos progresistas o conservadores.

Las becas: el Santo Grial de la Educación en los últimos meses. Aumenta su presupuesto pero también los requisitos, ¡qué vergüenza!, dirán algunos. Las becas tampoco interesan a la clase política, que pueden pagar los estudios de sus hijos de una forma holgada saquen buenas o malas notas. Y los resultados de sus hijos tampoco les interesan, encontrarán trabajo como asesores en cualquier gobierno regional o ministerio. ¿Y la sociedad: se ha preocupado todos estos años por el sistema de becas? ¿Hemos exigido que nos informen sobre el dinero en becas y todo lo que tiene que ver con ellas? Vuelve Santa Bárbara.

Ahora que salimos a la calle con una camiseta verde en defensa de la Educación Pública podríamos tener conciencia y memoria para acordarnos que este tipo de cuestiones tienen que estar siempre en la mente de la sociedad. Siempre pendientes de un cambio, exigiendo estabilidad y garantías, exigiendo calidad y resultados.

De aquellos barros, estos lodos. 

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