No vivo en Madrid y no puedo comprobar cómo están las calles del centro pero sí puedo comprobar cómo están las calles de mi ciudad y no creo que se diferencien mucho de las de Madrid o, como veo en las noticias, de las de Benidorm: hay muchas personas mendigando, pidiendo limosna.
Son personas que están en las puertas de las iglesias, de las tiendas, de los supermercados, de los centros comerciales, etc. Personas que, de una manera educada (es mi experiencia) piden ayuda porque no tienen recursos con los que vivir. Desde mi punto de vista son personas que por mala fortuna (o por negocio, no nos olvidemos de este caso) se ven obligadas a vivir en la calle y pedir, personas que hace unos años iban como yo o como nosotros por la calle y veían a las personas que entonces no podían vivir en otro lado que en la calle. Personas que hace pocos años tendrían un trabajo, una casa, familia, amigos... Una vida, al fin y al cabo. Ni nosotros ni ellos tienen la culpa y tampoco tenemos la solución. No, no tenemos la solución.
Estas personas son víctimas de una feroz y voraz (y cualquier adjetivo se queda pequeño) crisis que, a pesar de lo que quieran decir los políticos, sólo se deja sentir en la población "normal": las clases bajas, medias y medias-altas, a los trabajadores, a los estudiantes, a los pensionistas. A las personas que ni son políticos ni tienen familiares cercanos que lo sean. Sí, es así de crudo pero es la realidad. Los que hace unos años paseaban por la calle y ahora viven en ella pueden ser acompañados por nosotros, los que ahora paseamos por la calle. Esperemos que no sea así, que no haya nadie así.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte todos los políticos de todos los niveles (locales, regionales y nacionales) se han preocupado por la imagen que vemos los ciudadanos y los TURISTAS por las calles de gente pidiendo porque, no nos engañemos, ver a Dora la exploradora en la Puerta de Sol es ameno para los niños, oír un músico en la calle Preciados es divertido para los jóvenes y adultos pero ver unos mendigos en la Puerta de Sol Y en la calle Preciados, eso no es ameno ni divertido.
"Hay un problema -dirá Ana Botella, alcaldesa de Madrid- y es que el turismo ha descendido y la mendicidad se ha incrementado". Habrá que buscar una solución entonces. ¿Ayudar a esas personas? ¿Construir albergues? ¿Darles trabajo? ¿Proporcionarles una vivienda de alquiler social? ¡No! ¡Eso es una barbaridad! Les multaremos por estar en la calle pidiendo. La lógica de esta mujer es aplastante.
De Madrid nos vamos a Benidorm, cuyo ayuntamiento ha aprobado una normativa que prohíbe vivir en la calle y mendigar, de manera que se comprará un billete para EXPULSAR de Benirdorm a ese mendigo y llevarlo a su lugar de origen. Mira, por lo menos va a ver mundo.
Esto es pura ESTÉTICA. "Ojos que no ven, corazón que no siente". Si la población no ve gente mendigando, pensaremos que hay trabajo y que las cosas van bien. Esto es maquillaje pero detrás del maquillaje, la que tiene un grano, tiene un grano y el grano no se esconde.
Sin embargo, esto no deja de ser HIPOCRESÍA. Las personas que hace unos años estaban trabajando y tenían, como he dicho, una casa, una familia, amigos, etc., pagaban religiosamente sus impuestos a un Estado que ahora les da la espalda. Pagaban impuestos a un ayuntamiento que ahora los expulsa. Pagaban impuestos a un Estado que ahora les niega cualquier ayuda. ¿Esto es justicia?
No obstante, lo que sigue y seguirá ocurriendo es que los ciudadanos "normales" seguiremos viendo a estas personas, que nos removerán nuestro corazón, y les daremos limosna o comida, a pesar de que nosotros no tenemos ni la culpa ni la solución de su situación, a pesar de que nosotros no somos los que les hemos negado las ayudas o les hemos comprado un billete para salir de Benidorm. A pesar de todo eso, seguiremos compadeciéndonos de ellos y pidiendo no vernos en su situación pero tenemos que ver, DEBEMOS VER que la solución no es nuestra, es del Ayuntamiento, del Gobierno regional y del Estado. Son ellos a los que se les tiene que remover el corazón a ver esa situación pero, llegados a este punto, yo me pregunto: ¿tiene corazón esta gente?
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