Y ya que hemos empezado con el Arte me parecía una buena idea mostrar aquí una de mis esculturas favoritas, si no la más: Apolo y Dafne de Bernini. Esta escultura barroca fue realizada por el italiano entre 1622 y 1625 y se puede decir bien claro que es una de las esculturas icono del Barroco.
La escultura representa el momento clave del mito de Apolo y Dafne: cuando la ninfa comienza a convertirse en laurel, como ocurre con sus pies y piernas, que comienzan a ser raíces y tronco. Sus manos comienzan la metamorfosis y podemos ver ya esas primeras hojas de laurel. Según el mito, Dafne era una de las ninfas más hermosas que Apolo pudo contemplar y por eso quedó inmediatamente prendido de esa belleza. Casi obsesionado con ella, la perseguía para conseguirla mientras la joven corría para salvar su vida. Llorando, Dafne pidió a los dioses que la salvaran y fue escuchada, de manera que se convirtió en laurel. Apolo regó la planta con sus lágrimas y, para tenerla siempre consigo, es su planta consagrada. De ahí el laurel que siempre acompaña al dios grecolatino.
Esta escultura es de las más espectaculares que conozco y lo es porque cada ángulo en que puede ser admirada muestra una característica más de la obra. Además, no hay que olvidar los magníficos detalles que fue capaz de conseguir Bernini para esta pieza de mármol, detalles como la agonía de Dafne, las ansias de Apolo, sus gestos, como la mano del dios que agarra por un momento a Dafne... Sin duda, espectacular. Espero que disfruten.
Fue Dafne, la hija de Peneo, el primer amor de Febo (Apolo): éste no lo ocasionó un ciego azar, sino la rencorosa crueldad de Cupido.
"Febo está enamorado y desea las bodas con Dafne nada más verla, y confía en lo que desea y le engañan sus propios oráculos..."
"...al punto uno ama, la otra huye del nombre del amante feliz con los escondrijos de los bosques y los despojos de los animales cazados..."
"Sin embargo, el que persigue, ayudado por las alas del amor, es más rápido y se niega el descanso y está a punto de alcanzar la espalda de la que huye y sopla sobre la cabellera extendida por el cuello. Agotadas sus fuerzas, ella palideció y, vencida por el esfuerzo de la rápida huida, dice, contemplando las aguas del Peneo: "¡Ayúdame, padre", exclama, "si los ríos tenéis poder divino! ¡Haz desaparecer con un cambio esta figura, con la que he gustado en demasía!""
""¡Ninfa, hija del Peneo, deténte, te lo ruego! No te persigo como enemigo; ¡ninfa, deténte!" Así huye la cordera del lobo, así la cierva del león, así las palomas con alas temblorosas del águila, y cada una de sus enemigos naturales; el amor es para mí la causa de la persecución..."
""Que tu arco atraviese todas las cosas, Febo, a ti el mío, y cuanto todos los animales son inferiores a un dios, tanto menor es tu gloria que la mía". Dijo, y surcando el aire con batientes alas rápido se detuvo en la umbría ciudadela del Parnaso y de su aljaba portadora de flechas envió dos dardos de diferente actividad: uno pone en fuga el amor, el otro lo provoca; el que lo provoca es de oro y resplandece en su aguda punta, el que lo pone en fuga es romo y tiene plomo bajo la caña. Éste lo clavó el dios en la ninfa Peneide (Dafne), con aquél, en cambio, hirió a Apolo en lo más íntimo, atravesando sus huesos..."
"A menudo su padre le decía: "me debes un yerno, hija", a menudo su padre le decía: "me debes nietos, hija": ella, que odiaba las antorchas conyugales como un crimen, había cubierto su bello rostro de pudoroso rubor..."
"...así se inflamó el dios, así arde en todo su pecho y alimenta con su esperanza un amor estéril..."
"Apenas acabado el ruego, un pesado entorpecimiento se adueñó de sus miembros: su blando pecho es rodeado de fina corteza, sus cabellos crecen como hojas, sus brazos como ramas; su pie, hace poco tan veloz, se queda fijo con lentas raíces, el lugar de su rostro lo tiene la copa: en ella permanece solamente su belleza..."
""Y, puesto que no puedes ser mi esposa, en verdad serás mi árbol. Siempre te tendrán, laurel, mi cabellera, mi cítara, mi aljaba. Tú acompañarás a los alegres generales, cuando una alegre voz cante el triunfo y el Capitolio contemple largos desfiles. Tú misma como la más leal guardiana de la casa de Augusto estarás en pie ante las puertas y protegerás la encina que está en medio, y, del mismo modo que mi cabeza es la de un joven con los cabellos sin cortar, lleva tú también siempre los honores perpetuos".
Citas: fragmentos de Metamorfosis de Ovidio.
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