viernes, 16 de agosto de 2013

El rapto de Proserpina

¡Empecé con el Arte y ahora no puedo parar! Si la última entrada iba dedicada a la obra Apolo y Dafne de Bernini, ésta no puede ser de otra cosa que no fuera otra de las grandes obras de Bernini: El rapto de Proserpina. Esta escultura la hizo antes que la anterior, concretamente entre 1621 y 1622, una obra en la que Bernini no deja escapar ningún detalle y en la que se puede seguir viendo desde diferentes ángulos aportando diferentes visiones, cada cual mejor y más impresionante, si cabe.

Esta obra muestra el instante en que Plutón, el Hades romano, captura, por fin, a Proserpina (Perséfone en la mitología griega) y es que, harto de no encontrar una mujer que estuviera con él, Plutón surgió de un volcán cuando Proserpina estaba con unas ninfas en un lago y decidió raptarla y convertirla en Reina del Inframundo, acompañado del guardían del Inframundo, el perro de tres cabezas, Cancerbero, como se muestra en la escultura. Así, Ceres, su madre y diosa de la agricultura y la flora, se despojó de sus vestiduras y objetos para buscarla, convirtiendo en desierto lo que pisaba y dejando la tierra sin ninguna planta que creciera.

Júpiter, el dios de los dioses, mandó a Mercurio para solucionar este grave problema y éste consiguió que Proserpina tomara seis semillas de granada, fruto de la fidelidad, de manera que, a lo largo del año, sólo estaría con Plutón seis meses y los otros seis, con su madre, la cual adorna toda la tierra con flores y frutos para recibir a su hija. De ahí, que el año tenga mayoritariamente dos estaciones: el crudo invierno triste sin flores y la hermosa primavera. 




































"Mientras Proserpina juega en aquel bosque y coge violetas o blancos lirios, y mientras con entusiasmo de niña llena los cestos y su regazo, y se afana por superar en su recogida a sus compañeras, casi al mismo tiempo fue vista y amada y raptada por Dite (Plutón): hasta tal punto se apresura el amor. La diosa, aterrada, llama con su plañidera boca a su madre y a su séquito, pero con más insistencia a su madre, y, después de que había desgarrado su vestido desde el escote, las flores recogidas cayeron al soltarse la túnica, y tan gran sencillez hubo en sus juveniles años: también está pérdida provocó un dolor a la joven. El raptor conduce su carro y, llamándolo a cada uno por su nombre, estimula a los caballos y sacude las riendas teñidas de oscuro robín sobre los cuellos y las crines de aquellos..." Metamorfosis de Ovidio.

1 comentario:

  1. Siempre me ha apabullado el detalle de esta magnífica obra. Cualquiera diría que los dedos de Plutón están apretando carne, en lugar de piedra.

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