Desde aquí quisiera hacer un llamamiento a quien me lea y es mi propuesta de cambiar el nombre del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación por el Ministerio de la Marca España. Total, es lo único que sabe decir García-Margallo. Por eso, quiero hablar ahora de la Marca España.
"Marca España es una política de Estado, cuya eficacia reside en el largo plazo"(Marca España). Una "política de Estado". ¿Soy a la única a la que le sorprende que se compare una política con una "marca" comercial? Espero que no, no quiero ser un bicho raro. Puede parecer raro que se relacione una expresión como "Marca España" a la política, como si ésta fuera una marca comercial que se vendiera en grandes tiendas o en un mercadillo, pero es lo que continuamente está haciendo nuestro Ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo.
Sí, podemos entender que su labor sea promocionar nuestro país y llevarlo siempre a los mejores lugares para brindarnos oportunidades: acuerdos con otros países, cooperación, intercambios, etc. Sin embargo, utilizar para ello siempre la expresión "Marca España" no resulta del todo apropiado. Por lo menos, a mi parecer.
Pensemos, como pretende el ministro en España como una marca comercial, una marca de calidad que debe estar expuesta en los mejores puestos del mercado, una marca a la que se relacione con un sinfín de elementos positivos. Sí, hasta aquí no hay nada negativo: todos queremos que el mundo conozca nuestros maravillosos paisajes, monumentos, museos, parques naturales, playas, nuestra flora y fauna, cultura, gastronomía, costumbre, fiestas, etc. De hecho, es el cometido de esta cartera ministerial. Hasta aquí todo es positivo. Hasta aquí.
Sin embargo, podemos pensar en una marca, una marca comercial, como algo más de sus productos de calidad, de moda, de diseño y de exclusividad. Podemos pensar en marcas comerciales y relacionarlas con explotación laboral, explotación infantil, actos de los cuales poco se puede presumir.
Pongamos para esto un ejemplo: todo el mundo tiene en mente una gran firma española de moda que tiene tiendas en muchos países del mundo y que tiene un prestigio reconocido, una marca valorada por la calidad de sus productos, por los diseños y la exclusividad de los mismos, una marca valorada también por el buen trato con el cliente. Todos tenemos en mente esa gran empresa. Hay otras más, la lista es larga.
¿Sin embargo, sigue siendo positiva nuestra opinión cuando saltan noticias como la explotación infantil relacionada con este tipo de marcas? Me parece que no. La calidad de los productos que tanto alabamos está sujeta a un horario infernal al que se ven sometidos adultos e incluso niños, como se ha llegado a denunciar en muchas ocasiones.
¿Es eso lo que queremos para España? ¿Promocionarla como si fuera una marca comercial y que todo lo maravilloso que hay en nuestro país quede supeditado a otras malas, malísimas noticias? Sí, España tiene problemas hoy en día, problemas graves que necesitan una solución urgente, pero la labor de ese ministerio no es supeditar nuestra imagen, la labor de ese ministerio es que se reconozca lo maravilloso de nuestro país aceptando siempre nuestros problemas, como tienen el resto de países.
No, yo no quiero vender la imagen de mi país como si fuera una marca comercial, una marca comercial que trata mal a sus trabajadores, los explota e infravalora, una marca comercial que comete irregularidades y que se denuncian constantemente. No, quiero vender la imagen de mi país con sus problemas: lo maravilloso y los problemas pero problemas con soluciones, con soluciones efectivas.
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