sábado, 3 de agosto de 2013

Hoy no es ayer

Sí, la primera entrada de este blog no podía estar dedicada a otra cosa que no fuera una de mis pasiones, la más importante y en la que pienso como futuro: la Historia. Por eso continuamente estoy preguntándome lo que es: ¿qué es la Historia? Obviamente no voy a reproducir ni a poner aquí los ensayos y conclusiones que han hecho historiadores (con mayúsculas) sobre este campo de investigación, que son muchos, sino que trato de poner aquí reflexiones y pensamientos a los que he llegado a día de hoy. Mañana pueden avanzar o ser vistos desde otro punto de vista. 

Lo primero que debemos reconocer sobre la Historia es que es una Ciencia. Sí, una Ciencia, una palabra que para muchos tiene un significado matemático y que no puede estar relacionada con la Historia pero también es una palabra que significa verificación, método, análisis, conclusiones, etc. No, no se pueden hacer experimentos en un laboratorio pero muchos acontecimientos guardan una relación entre sí y un mismo patrón que es analizado y discutido por más de un historiador. Sí, la Historia es una Ciencia en la que no se pueden realizar afirmaciones sin antes haber llegado a una lógica conclusión, sin antes haber tenido en cuenta todos los factores de ese acontecimiento y todas sus consecuencias. Sí, puede haber más de una conclusión y puede que todas ellas sean igual de válidas pero quizá eso es la magia de este campo. "Como somos sujetos, nuestro trabajo será subjetivo", decía un profesor. Subjetivo pero siempre será un trabajo de análisis, de contraste, de estudio y comprensión.

Otra de los puntos que me gustaría mencionar es que muchos ven la Historia como pasado y, en muchas ocasiones, no es así; la Historia también tiene vistas al futuro. Tiene vistas al futuro porque se trata de comprender el pasado para entender el presente y poder entrever el futuro, que se puede. Muchas situaciones repetidas, muchos momentos inéditos con el mismo patrón y las mismas características, muchas reacciones iguales, etc. Hace poco me decía mi padre, que está leyendo el libro de Santos Juliá Hoy no es ayer, que, si a ese libro le cambiaran las fechas y los nombres, se podría confundir con un periódico de hoy en día. Esto es la Historia: comprender el pasado para entender el presente y trazar líneas de futuro.



Sin embargo, la Historia también me parece que tiene otro cometido. Además del de comprender y entender, para mi, la Historia o, mejor dicho, los historiadores, deben tener sentido de la justicia en algunos aspectos. Un historiador se debe a la verdad, a lo que ocurrió, a los hechos y debe, por tanto, dejar atrás sus vestiduras políticas o creencias, aunque en muchas corrientes la ideología sea base. Con sentido de la justicia me refiero a desenterrar lo que ha estado oculto tantos años: desenterrar lo que ocurrió de verdad, asumirlo y darnos cuenta de cómo fueron las cosas en realidad. Desenterrar y asumir lo bueno y lo malo pero hacerlo para poder seguir andando como sociedad, como Humanidad. 

Desenterrar y asumir siempre es fácil cuando se trata de algo bueno, honroso, algo que nos puede hacer sentir orgullosos de nuestro país o de nuestra sociedad pero que siempre cuesta más cuando es el caso contrario: cuando nos avergüenza, cuando no nos deja una conciencia tranquila. 

Sobre este tema, sobre desenterrar y asumir actos vergonzosos y vergonzantes hablaré en la siguiente entrada y lo haré sobre un caso que se celebrará el lunes 5 de agosto pero que quiero recordar mañana, día 4, para darnos cuenta de que la Historia, el recuerdo y la memoria, no son cosas de un día, son cosas de una vida. No se puede celebrar el 11 de noviembre como final de la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial, enorgullecernos de que somos una sociedad pacífica y, al día siguiente, abrir las portadas de periódicos con ataques a población civil, ya sea siria, palestina o egipcia, o tantas otras. No, la Historia es continua, día a día, no se enmarca en un día sólo. Por eso, quiero adelantar el recuerdo de las Trece Rosas, para que estén presentes mañana y todos los días, para enorgullecernos de verdad de que somos una sociedad pacífica. Para no mentirnos a nosotros mismos. 

Nuestra Historia es nuestra conciencia y depende de nosotros que esté limpia o no. 

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